domingo, 5 de diciembre de 2010

Hijas de otoño

Sola.
Perdida.
Olvidada.
¿Por qué seguir?

Recorre su vida en tres pasitos
y asoma su cabecita a la muerte,
no siente lástima de sí misma
pues al nacer ya sabía de su suerte.

Vieja.
Mustia.
Seca.
¿Por qué vivir?

Allá, desde lo alto de aquel ciprés,
mientras el eco de sus pensamientos la abraza,
el viento le susurra un útimo adiós,
la hija de otoño se deja caer,
viaje íntimo de la nostalgia.

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