Ahogó Don Miedo a la Verdad
en un anodino piélago de dudas,
y ahora navega a oscuras
mi errante velero, allá, en la mar.
Sin remo con cual remar
por entre estas aguadas dunas,
solo el brillo de la Luna,
espesa bruma, el viento y su tronar.
¡Oh! ¡Sirenas mudas,
(que demoráis mi demora)
entona el silencio vuestro cantar!
¡Oh! ¡Angosta locura,
(aguardando la próxima ola)
del naufrago sin isla donde poder naufragar!
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