A Enrique Morente
<Una guitarra bien tocada
es un árbol que llora>
Marea
No hay árbol que llore en éste minuto
que silencia a tu, para siempre, voz dormida,
ni hojas dementes con sed suicida
de ingentes bosques vestidos de luto.
Díscola tristeza de ser enjuto,
ríe, cae, levanta malherida
¡Baila! Impertinente malnacida;
potencia la alegría de lo absoluto:
aquel sonreír del ritmo, sus palmas,
el tronar del paso lento, penitente...
armonías en mi cabeza moradoras.
aquella tez suave, ama de almas.
Aire, ve y entrega esto a Morente
hasta donde no alcanzan las horas!
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