I
Es para la primavera
tu lágrima primera
y del instituto su jardín,
donde los días son mera
lluvias gélidas de espera;
expiró el ciprés por fin.
Y dejó que amaneciera
cinco rosas verdaderas
de un fuerte rojo carmesí,
bajo la turbia cristalera,
por si acaso aparecieras
carroñera, cual dardabasí.
¡Tengo en mi pechera
¡Sol! La Verdad de cera
y es derretida porque sí,
tristeza perecedera
que marchó con la Barquera
y dejó tu flor aquí!
No hay comentarios:
Publicar un comentario